¿Cuándo se demostró que la Tierra era redonda?

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La esfericidad de la Tierra se demostró en el siglo V a.C., gracias a las observaciones de astrónomos griegos como Eratóstenes, quien midió la circunferencia terrestre mediante métodos empíricos.

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La redondez de la Tierra: una verdad milenaria, no un descubrimiento reciente

A menudo se escucha que la idea de una Tierra esférica es un descubrimiento relativamente moderno, una victoria del conocimiento científico sobre la superstición. Nada más lejos de la realidad. Si bien la consolidación de la idea y su aceptación generalizada han sido un proceso gradual, la noción de una Tierra redonda se remonta a la antigüedad, específicamente a la Grecia clásica, siglos antes de Cristo. No se “demostró” la redondez de la Tierra en un momento específico y eureka, sino que se fue construyendo a través de observaciones y deducciones brillantes.

Ya en el siglo VI a. C., filósofos como Pitágoras, basándose en la observación de la sombra circular de la Tierra proyectada sobre la Luna durante los eclipses lunares, plantearon la hipótesis de la esfericidad terrestre. Esta idea, lejos de ser una simple especulación, fue posteriormente reforzada por evidencias empíricas.

En el siglo V a. C., Eratóstenes de Cirene, un erudito polifacético, llevó a cabo un ingenioso experimento para calcular la circunferencia de la Tierra. Observando la diferencia en el ángulo de la sombra proyectada por el sol al mediodía en dos ciudades distantes, Siena y Alejandría, durante el solsticio de verano, y conociendo la distancia entre ambas, Eratóstenes realizó un cálculo sorprendentemente preciso para la época. Su método, elegante en su simplicidad, no solo proporcionó una estimación de la circunferencia terrestre, sino que implicaba intrínsecamente la forma esférica del planeta.

Es crucial entender que el trabajo de Eratóstenes no surgió en el vacío. Se apoyó en una tradición de observación astronómica y pensamiento crítico que ya consideraba la esfericidad terrestre como una hipótesis plausible. La contribución de Eratóstenes fue proporcionar una evidencia cuantitativa que reforzaba esta idea, situándola en un marco más sólido y menos especulativo.

Posteriormente, otros pensadores griegos, como Aristóteles, aportaron observaciones adicionales, como la variación de las constelaciones visibles según la latitud, que corroboraban aún más la esfericidad de la Tierra.

Por lo tanto, la idea de una Tierra redonda no fue un descubrimiento repentino, sino la culminación de un proceso de observación, deducción y refinamiento intelectual que tuvo lugar principalmente en la antigua Grecia, siglos antes de lo que comúnmente se cree. La genialidad de Eratóstenes reside en su ingenio para proporcionar una evidencia empírica que consolidó una idea que ya se gestaba en el pensamiento científico de la época. Su legado, junto al de otros pensadores griegos, nos recuerda la importancia de la observación, la razón y el pensamiento crítico en la construcción del conocimiento.