¿Qué es lo que provoca la deriva continental?

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El movimiento gradual de los continentes, conocido como deriva continental, se debe al desplazamiento de las placas tectónicas sobre la astenosfera, una capa terrestre viscosa. Este proceso, que ocurre a lo largo de millones de años, provoca la separación y la colisión de las masas continentales, modificando la geografía del planeta.
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Más allá de la simple visión de continentes flotando, la deriva continental es un complejo proceso geológico que ha esculpido el planeta Tierra tal y como lo conocemos. No se trata de un movimiento constante y uniforme, sino de un ballet lento, pero inexorable, de placas tectónicas que se desplazan sobre una capa viscosa llamada astenosfera.

La clave para entender la deriva continental reside en la estructura interna de la Tierra. La corteza terrestre, la capa externa y relativamente fría, no es una estructura sólida e inamovible. Está fragmentada en grandes placas tectónicas, como piezas de un gigantesco rompecabezas. Estas placas, que incluyen tanto continentes como fondo oceánico, “flotan” sobre la astenosfera, una capa del manto superior terrestre que, a diferencia de la corteza, tiene una mayor temperatura y fluidez. Esta diferencia en la viscosidad permite que las placas tectónicas se desplacen, aunque a velocidades extremadamente lentas, medidos en centímetros o incluso milímetros por año.

¿Qué impulsa este movimiento? La respuesta no es sencilla y está ligada a varios mecanismos interconectados. Uno de ellos es el calor interno de la Tierra. Las corrientes de convección en el manto, causadas por diferencias de temperatura, generan movimientos ascendentes y descendentes del material rocoso, arrastrando con ellos las placas tectónicas. Estas corrientes de convección son como gigantescas corrientes de aire, pero en lugar de aire, son rocas fundidas o parcialmente fundidas.

Además de las corrientes de convección, el impacto de la gravedad también juega un papel crucial. La distribución desigual del material rocoso dentro de la Tierra crea diferencias en las densidades, lo que afecta la forma en que actúan las fuerzas gravitatorias sobre las placas. Este “empuje gravitacional” y las fuerzas de arrastre asociadas con las corrientes de convección son los principales impulsores de la deriva continental.

El proceso no se limita simplemente al deslizamiento horizontal. La interacción entre las placas puede resultar en colisiones, donde una placa se subduce bajo la otra, creando cordilleras montañosas y fosas oceánicas. También puede dar lugar a la formación de nuevas cortezas oceánicas en las dorsales oceánicas, donde las placas se separan, permitiendo que el magma ascienda y se enfríe, generando nueva litosfera.

Es fundamental entender que la deriva continental no es un evento aislado, sino un proceso continuo que ha moldeado nuestro planeta durante miles de millones de años. La distribución actual de los continentes, la formación de montañas, la disposición de los océanos, incluso la evolución de la vida en la Tierra, han sido y son, en gran medida, consecuencia de este constante movimiento de placas tectónicas. La comprensión de la deriva continental es, por lo tanto, fundamental para comprender la historia y la evolución de nuestro planeta.