¿Cuándo se retira el plato base de la mesa?

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El plato base, elemento decorativo que inicia la presentación de la mesa, permanece durante la comida, retirándose únicamente para el postre o ante un plato principal excepcionalmente grande que lo requiera, facilitando así una presentación óptima.

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El Plato Base: ¿Cuándo Despedirse de la Elegancia?

El plato base, ese discreto protagonista de la puesta en escena de una mesa elegante, a menudo genera dudas sobre su permanencia. Su función, más allá de la estética, es crucial: sirve como base estable y visualmente atractiva para los platos principales, evitando que estos se desplacen y mejorando la presentación general. Pero, ¿cuándo es el momento adecuado para retirarlo?

Contrariamente a lo que se podría pensar, el plato base no es un elemento efímero destinado a desaparecer con el primer plato. Su presencia, de hecho, suele prolongarse durante toda la comida, actuando como un lienzo sobre el que se despliega la narrativa gastronómica. Su retirada se reserva para momentos específicos y con una justificación clara.

La norma general indica que el plato base permanece en la mesa hasta el momento del postre. Sirve como soporte para los diferentes platos, desde el entrante hasta el plato principal, manteniendo una estética cohesiva y evitando la necesidad de constantes cambios de cubertería y vajilla. Su elegante presencia contribuye a la armonía visual de la mesa, creando una atmósfera sofisticada y agradable.

Sin embargo, existen excepciones. Si el plato principal es excepcionalmente grande, ocupando por sí solo la mayor parte del espacio del plato base, su retirada se justifica. En este caso, el plato principal se presenta directamente sobre el mantel o sobre un plato de servicio de mayor tamaño, prescindiendo del plato base para evitar un aspecto recargado o incómodo. Esta situación es menos frecuente y suele darse en ocasiones especiales con presentaciones gastronómicas elaboradas.

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta “¿Cuándo se retira el plato base?” es: generalmente, con el postre. La única excepción significativa es la presencia de un plato principal de tamaño excepcional que lo haga innecesario. Mantener el plato base durante el transcurso de la comida, salvo en estos casos, no solo es correcto en términos de protocolo, sino que contribuye a una mejor presentación y una experiencia gastronómica más placentera. Finalmente, recordar que la elegancia reside en la armonía y la funcionalidad, y el plato base, usado correctamente, es un excelente ejemplo de ello.