¿Qué dijo Charles Darwin antes de morir?

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Charles Darwin falleció tranquilamente a las 3:40 p. m. del 19 de abril de 1882. Sus últimas palabras fueron: No temo morir.

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Las Últimas Palabras de Darwin: Una Tranquilidad Más Allá de la Controversia

La muerte de Charles Darwin, el 19 de abril de 1882, marcó el fin de una vida dedicada a la revolucionaria teoría de la evolución por selección natural. Su legado científico continúa resonando en la actualidad, generando debates y avances constantes. Pero más allá de sus trascendentales contribuciones a la biología, sus últimas palabras nos ofrecen una ventana a su serenidad personal en el ocaso de su vida.

A las 3:40 p.m. de ese día, Darwin exhaló su último aliento en su casa de Down House, en Kent, Inglaterra. Rodeado de sus seres queridos, falleció tranquilamente. Si bien existen numerosas anécdotas y detalles sobre sus últimos días, la certeza sobre sus últimas palabras reside en la simple, pero poderosa frase: “No temo morir.”

Estas palabras, aparentemente sencillas, contienen una profundidad conmovedora. Considerando la controversia que generó su obra maestra, “El origen de las especies”, es notable la ausencia de arrepentimiento o duda en sus últimas horas. Darwin no solo dedicó su vida a la investigación científica, sino que también enfrentó las críticas feroces de la sociedad victoriana, profundamente religiosa, que veía su teoría como una amenaza a la creencia en la creación divina.

La tranquilidad expresada en “No temo morir” sugiere una aceptación de la muerte como parte natural del ciclo de la vida, un concepto que, irónicamente, se alinea con su propia comprensión del mundo natural y la evolución. A lo largo de su vida, Darwin demostró una rigurosa honestidad intelectual y una búsqueda incansable de la verdad, valores que posiblemente le permitieron afrontar su propia mortalidad con una paz interior que trasciende las batallas ideológicas que libró en vida.

Su legado científico continúa inspirando a generaciones de investigadores, mientras que sus últimas palabras nos ofrecen una reflexión sobre la humildad y serenidad con la que podemos afrontar el fin de nuestra propia existencia. La frase “No temo morir” no es solo un testimonio de la valentía personal de Darwin, sino también una invitación a contemplar nuestra propia mortalidad desde una perspectiva de aceptación y tranquilidad. La contribución de Darwin a la ciencia es innegable, pero sus últimas palabras nos recuerdan que su impacto trasciende la esfera científica, penetrando en el ámbito profundamente humano de la reflexión sobre la vida y la muerte.