¿Cómo se escribe mensaje?

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La palabra mensaje es un sustantivo masculino y su plural es mensajes. Se refiere a una comunicación, escrita u oral, transmitida de una persona o entidad a otra. Su escritura correcta no presenta mayor dificultad.

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Desentrañando el Misterio de “Mensaje”: Más Allá de la Ortografía

La palabra “mensaje” se desliza con facilidad por nuestros dedos al teclear en un teclado, o fluye sin esfuerzo desde nuestros labios al hablar. Sin embargo, a pesar de su aparente sencillez, la palabra “mensaje” encierra en sí misma un universo de significados y una importancia crucial en la comunicación humana.

Como bien se sabe, “mensaje” es un sustantivo masculino, y su plural es, sin sorpresas, “mensajes”. Su escritura, afortunadamente, no plantea grandes desafíos ortográficos. No hay diptongos caprichosos que memorizar, ni consonantes dobles que nos hagan dudar. La secuencia de letras se presenta clara y directa: m-e-n-s-a-j-e.

Pero quedarnos en la mera corrección ortográfica sería un error. La palabra “mensaje” evoca mucho más que la simple sucesión de sus letras. “Mensaje” es el vehículo de nuestras ideas, la herramienta con la que construimos puentes entre nosotros, la chispa que enciende el entendimiento o la mecha que detona conflictos.

Pensemos en la vasta gama de contextos en los que la palabra “mensaje” se manifiesta:

  • Mensajes escritos: Desde un correo electrónico formal a un amigo, hasta una nota garabateada en un post-it, pasando por un poema cuidadosamente elaborado o una compleja tesis doctoral. Todos son mensajes.
  • Mensajes orales: Una conversación casual en la calle, un discurso apasionado ante una multitud, una reprimenda severa o una declaración de amor susurrada al oído. Todos comparten la esencia de ser mensajes.
  • Mensajes no verbales: Una mirada, un gesto, una postura, una sonrisa. El lenguaje corporal es un poderoso emisor de mensajes, a menudo tan elocuente como las palabras.
  • Mensajes subliminales: Publicidad que juega con nuestros deseos inconscientes, propaganda política que busca manipular nuestras opiniones, arte que desafía nuestras percepciones. Son mensajes sutiles, pero no por ello menos influyentes.

En definitiva, la palabra “mensaje” abarca un espectro amplísimo de formas de comunicación. Implica un emisor, un receptor, un código (ya sea el lenguaje hablado, escrito, o no verbal), un canal a través del cual se transmite, y un contexto que le da sentido.

Más allá de la ortografía, la verdadera maestría en el arte de “escribir un mensaje” reside en la claridad, la concisión, la precisión y la adecuación al contexto. Un mensaje bien escrito no solo evita errores gramaticales, sino que también considera la audiencia a la que se dirige, el propósito que se persigue y el impacto que se busca generar.

Así que, la próxima vez que uses la palabra “mensaje”, recuerda que estás invocando mucho más que una simple secuencia de letras. Estás aludiendo a la esencia misma de la comunicación humana, a la capacidad de conectar, de compartir, de influir y de construir un mundo donde las ideas fluyan libremente, creando un tejido de entendimiento mutuo.