¿Dónde se encuentra la sílaba tónica en las palabras llanas?

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Las palabras llanas, también llamadas graves o paroxítonas, llevan el acento en la penúltima sílaba. Ejemplos como callejeros, hacen, o azúcar ilustran esta regla, donde la sílaba tónica se encuentra resaltada.
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El ritmo sutil del español se teje, en parte, gracias a la danza de acentos que marcan la musicalidad de nuestras palabras. Dentro de esta coreografía fonética, las palabras llanas, también conocidas como graves o paroxítonas, juegan un papel fundamental. Su distintivo radica en la ubicación de la sílaba tónica: la penúltima. Visualicemos este concepto como un péndulo que oscila rítmicamente, marcando el pulso en el centro de la palabra, justo antes de la última sílaba.

Imaginemos la palabra “ventana”. Al pronunciarla, notamos una mayor intensidad en la sílaba “ta”. Esa fuerza, esa prominencia sonora, es precisamente el acento tónico que caracteriza a las palabras llanas. La sílaba “na” queda entonces en una posición de reposo, sin la misma carga de energía vocal.

Tomemos otros ejemplos. Pensemos en la palabra “árbol”. Aquí, la sílaba “bol” se pronuncia con mayor intensidad, mientras que la “l” final se desvanece suavemente. Lo mismo ocurre con “lápiz”, donde la sílaba “la” porta el acento, dejando a la “piz” en un segundo plano sonoro.

La regla general es sencilla: en las palabras llanas, la penúltima sílaba es la que lleva la fuerza del acento. Sin embargo, la ortografía española, como un río con sus meandros, presenta excepciones que enriquecen su complejidad. Si bien la mayoría de las palabras llanas no llevan tilde, existen casos específicos donde sí se requiere. Esta particularidad ortográfica se reserva para aquellas palabras llanas que no terminan en “n”, “s” o vocal. Palabras como “fácil”, “cárcel” o “hábil” ilustran esta excepción, donde la tilde se convierte en una señal visual que nos indica dónde reside la fuerza tónica.

En resumen, el acento en las palabras llanas reside, como un faro que guía la pronunciación, en la penúltima sílaba. Esta característica, aparentemente simple, contribuye a la rica textura del idioma español, otorgándole su cadencia y musicalidad distintivas. Reconocer la ubicación del acento tónico en las palabras llanas no solo facilita la correcta pronunciación, sino que también nos permite apreciar la intrincada belleza de nuestro idioma.