¿Cómo salen las heces después de un enema?

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Durante un enema, el líquido introducido en el colon se mezcla con las heces. Esta mezcla, junto con las heces ablandadas, viaja a través del intestino grueso hasta el recto. Finalmente, el paciente expulsa todo, de forma natural, a través del ano, sentado en el inodoro, como en una evacuación intestinal regular.

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El Viaje Post-Enema: Lo que ocurre después de la irrigación colónica

Un enema, procedimiento que consiste en la introducción de un líquido en el recto y el colon a través de un tubo, busca limpiar el intestino grueso. Pero, ¿qué sucede con las heces después de un enema? La respuesta, aunque sencilla, implica un proceso fisiológico interesante que merece ser explicado con detalle para disipar cualquier duda.

Contrario a la idea errónea de que un enema simplemente “lava” el colon, la realidad es un poco más compleja. El líquido introducido, generalmente agua tibia o una solución salina, no solo limpia mecánicamente la pared intestinal, sino que también interactúa con las heces presentes. Este fluido actúa como un lubricante, ablandando las heces acumuladas y facilitando su desplazamiento.

El proceso comienza con la mezcla del líquido del enema con las heces existentes en el colon. Esta mezcla, ahora más fluida, se desplaza por peristaltismo, es decir, a través de las contracciones rítmicas de los músculos de la pared intestinal. Este movimiento propulsa la masa fecal-líquido hacia el recto, la parte final del intestino grueso.

La distensión del recto provocada por la acumulación de esta mezcla líquido-heces estimula los receptores nerviosos que desencadenan el reflejo de la defecación. Este reflejo, similar al que ocurre durante una evacuación intestinal normal, induce la contracción de los músculos abdominales y del recto, facilitando la expulsión del contenido a través del ano.

Por lo tanto, el resultado final es la evacuación de una mezcla de líquido de enema y heces ablandadas. La consistencia de esta evacuación variará dependiendo de la cantidad y tipo de líquido empleado en el enema, así como de la cantidad y consistencia de las heces presentes antes del procedimiento. Sin embargo, el proceso en sí es natural y similar a una deposición regular, con la diferencia de que el volumen y la fluidez de las heces expulsadas suelen ser mayores.

En resumen, el pasaje de las heces después de un enema no es una simple expulsión del líquido introducido, sino un proceso fisiológico que involucra la mezcla con las heces existentes, el peristaltismo intestinal y el reflejo de la defecación, culminando en una evacuación intestinal, realizada de forma natural y sentada en el inodoro, como cualquier otra. Es importante recordar que, aunque en general es un procedimiento seguro, siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de realizar un enema, especialmente si se padecen problemas intestinales o de salud preexistentes.