¿Cómo son las llagas malas en la boca?

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Las aftas bucales, también conocidas como úlceras aftosas, son pequeñas llagas dolorosas que aparecen dentro de la boca, generalmente en las mejillas, labios o lengua. Son de color blanco o amarillo y no son contagiosas.

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El Inconveniente de las Llagas Bucales: Más Allá del Dolor

Las aftas bucales, esas pequeñas pero molestas intrusas en nuestra cavidad oral, son una experiencia familiar para muchos. Lejos de ser una simple molestia pasajera, su aparición puede significativamente afectar nuestra calidad de vida, desde la dificultad para comer hasta la incomodidad al hablar. Pero, ¿cómo son realmente estas llagas, y qué las distingue de otras lesiones orales?

A diferencia de las ampollas de fiebre o las úlceras causadas por herpes labial (que son contagiosas), las aftas se caracterizan por ser lesiones pequeñas y superficiales, generalmente de forma redonda u ovalada, con un centro blanco o amarillo cremoso rodeado de un halo rojo inflamado. Su localización suele ser en la parte interior de las mejillas, la lengua, los labios o la encía, aunque raramente aparecen en la misma línea de las encías.

La principal característica que define a una afta bucal es su dolor, que puede variar en intensidad desde una leve molestia hasta un dolor punzante e incapacitante, especialmente al masticar alimentos ácidos, salados o calientes. Este dolor, a menudo desproporcionado al tamaño de la llaga, es un indicador clave para su identificación. A diferencia de otras lesiones, las aftas no presentan pústulas ni costras y, como se ha mencionado, no son contagiosas.

Su duración también es variable. Mientras que las aftas menores suelen durar de una a dos semanas, las mayores pueden persistir hasta seis semanas, y las herpetiformes (que se presentan como múltiples pequeñas llagas agrupadas) pueden durar incluso más tiempo. Este ciclo de vida, desde la aparición de la pequeña llaga hasta su completa curación, generalmente se caracteriza por tres fases: una fase inicial con una sensación de ardor o picazón, seguida del desarrollo de la llaga con su característico color blanco amarillento y, finalmente, la fase de curación con una gradual disminución del dolor y la formación de un tejido nuevo.

Aunque las causas exactas de las aftas bucales no se conocen completamente, se cree que diversos factores pueden desencadenar su aparición, incluyendo el estrés, cambios hormonales, deficiencias nutricionales (especialmente de vitaminas B12 y ácido fólico), traumatismos en la boca (como morderse accidentalmente la mejilla) o incluso ciertas alergias a alimentos.

La próxima vez que una llaga bucal te cause incomodidad, recuerda estas características para identificar correctamente el tipo de lesión y, si el dolor persiste o las llagas son recurrentes, consulta a un odontólogo o médico para descartar otras afecciones y obtener el tratamiento adecuado. La comprensión de las particularidades de las aftas bucales permite una mejor gestión de este común, pero a veces molesto, problema.