¿Cuál es la diferencia entre la sal de mar y la sal celtica?

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La sal marina celta se diferencia de la sal marina moderna por su extracción manual y secado al sol, conservando sus minerales y un sabor único.

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Más que un grano de sal: Descifrando las diferencias entre la sal marina y la sal celta

La sal, un elemento esencial en nuestra alimentación, se presenta en una variedad sorprendente de formas y calidades. Hoy nos centraremos en dos tipos que, aunque comparten el origen marino, presentan características distintivas: la sal marina y la sal celta. Si bien ambas provienen del mar, sus métodos de producción y composición mineral las convierten en opciones con perfiles gustativos y nutricionales diferentes. La creencia popular de que toda sal marina es igual a la sal celta es un error que vamos a desmentir.

La sal marina, en su acepción más amplia, se refiere a la sal obtenida por evaporación del agua de mar. Este proceso, a menudo industrializado, implica la evaporación rápida del agua mediante calor artificial, a veces con la adición de aditivos para mejorar la fluidez y el blanqueamiento. El resultado es una sal generalmente fina, con un sabor limpio y ligeramente salado, pero con una menor concentración de minerales en comparación con otros tipos de sal marina, incluyendo la celta. La uniformidad en tamaño y color es una característica destacable.

Por otro lado, la sal marina celta, también conocida como flor de sal celta o sel gris, se distingue por su método de extracción tradicional y artesanal. Se recolecta manualmente, generalmente en las salinas, aprovechando la evaporación natural del agua de mar mediante el sol y el viento. Este proceso lento y cuidadoso permite que los minerales del agua de mar se concentren naturalmente en los cristales de sal, resultando en un producto con una riqueza mineral significativamente mayor.

La diferencia clave reside en el proceso de secado. La sal marina convencional suele secarse mediante procesos de alta temperatura que pueden destruir algunos de los nutrientes sensibles al calor. La sal celta, por el contrario, se seca al sol, un proceso que conserva una gama más amplia de oligoelementos y minerales, como el magnesio, el calcio, el potasio y el hierro. Esto se refleja directamente en su sabor: la sal celta presenta un sabor más complejo, más intenso y ligeramente terroso, con notas minerales que la diferencian notablemente de la sal marina común.

Además de su sabor, la sal celta se caracteriza visualmente por su color grisáceo, debido precisamente a la presencia de esos minerales. Su textura también es diferente, con cristales más irregulares y con una mayor humedad, lo que aporta mayor complejidad al paladar. Finalmente, su valor se incrementa por ser un producto natural y sostenible, resultante de una práctica artesanal respetuosa con el medio ambiente.

En resumen, si bien ambas son sales marinas, la sal celta se destaca por su método de extracción tradicional, su mayor riqueza mineral, su sabor complejo y su carácter artesanal. Elegir entre una y otra depende de las preferencias personales y el uso culinario, pero entender las diferencias permite apreciar la riqueza y la diversidad que ofrece este simple pero fundamental condimento.