¿Cuánto dura la ansiedad por separación?
La Ansiedad por Separación: Un Instinto de Supervivencia con Fecha de Caducidad (Relativa)
La ansiedad por separación, esa angustia que experimenta un niño al separarse de sus figuras de apego (generalmente padres o cuidadores principales), es una etapa normal y, en cierto sentido, necesaria en el desarrollo infantil. Lejos de ser un signo de problemas, refleja la sana formación del vínculo afectivo y cumple una función evolutiva crucial: la supervivencia. Un bebé o niño pequeño que se siente inseguro al separarse de sus protectores tiene más probabilidades de mantenerse cerca, evitando peligros potenciales. Es un instinto de supervivencia en miniatura.
Pero, ¿cuánto dura este periodo de angustia? Si bien no existe una respuesta única y definitiva, la mayoría de los expertos coinciden en que la ansiedad por separación suele remitir significativamente alrededor de los dos años de edad. A partir de esta edad, la mayoría de los niños muestran una disminución progresiva de estas reacciones de angustia ante la separación. Es importante recalcar la palabra “significativamente”, ya que la desaparición total de la ansiedad por separación no ocurre de forma abrupta.
La duración de esta etapa es altamente variable, dependiendo de una compleja interacción de factores. La personalidad del niño, su temperamento innato y su estilo de apego juegan un papel fundamental. Un niño con un temperamento más ansioso podría presentar reacciones más prolongadas, mientras que otro, más extrovertido, podría superar esta etapa con mayor rapidez. De igual manera, la calidad del vínculo con sus cuidadores influye decisivamente: un apego seguro y consistente ayudará al niño a desarrollar una mayor confianza en sí mismo y a gestionar mejor la separación.
Otros factores como experiencias traumáticas, cambios importantes en el entorno familiar (mudanza, nacimiento de un hermano, etc.) o la presencia de algún trastorno de ansiedad subyacente pueden prolongar o intensificar la ansiedad por separación. En estos casos, es fundamental la observación atenta de los padres y la consulta con un profesional, ya sea pediatra o psicólogo infantil. Un profesional puede ayudar a identificar si la ansiedad se encuentra dentro del rango normal del desarrollo o si requiere una intervención más específica.
En resumen, aunque la ansiedad por separación es un proceso evolutivo natural, su duración es individual y variable. Si bien la mayoría de los niños superan la fase más aguda alrededor de los dos años, la persistencia de síntomas intensos o fuera de lo común más allá de esta edad debe ser evaluada por un especialista. Con comprensión, paciencia y, en caso necesario, apoyo profesional, los padres pueden acompañar a sus hijos en esta etapa crucial de su desarrollo emocional.
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